También Juan criticó públicamente a Herodes Antipas, el gobernador de Galilea, por haberse casado con Herodías, la esposa de su hermano, y por muchas otras injusticias que había cometido. (Lucas 3:19, NTV)
Ahí está, el hombre que no vive a la moda, viste medio raro y habla más raro todavía. No predica en un estadio ni en iglesias, sino que prefiere lo más rudo: el desierto. Y ahí contra todo pronóstico lo llena de gentes. Su llamado de profeta atrae tanta gente que aun los militares van a escucharle. Es tan nuevo y atractivo su mensaje que aun los publicanos están arrepentidos. Y por si fuera poco, a sabiendas de que son el pueblo escogido de Dios y por ello merecedores de todas las promesas y bendiciones, les hace bautizarse para que así sea. Una verdadera revolución espiritual, un avivamiento.
No lo verán predicando sobre la prosperidad, no. No tiene un camello último modelo ni un traje Armani. De hecho viste lo que sólo vistió alguien varios siglos antes que él: piel de camello y un cinto. Nada más. No comía en el lujoso restaurant donde suelen sentarse los ministros de hoy. De hecho comía langosta y miel. Y ahí está, predicando sobre el protagonista de la Biblia: Jesús.
Su mensaje es cristocéntrico y soteriológico: apunta a la cruz con lo de "el cordero que quita los pecados del mundo", y a la autoridad del Cristo cuando alega que no es digno siquiera de desatar el calzado de sus pies. Habla del juicio con lo del trigo y la cizaña, y del arrepentimiento porque el reino de Dios está cerca. Y siempre enfocándose en Jesús. ¿Su nombre? Juan, el hijo de Zacarías, mejor conocido como Juan el Bautista.
Por otro lado está un gobernante. El rey Herodes Antipas tenía tres hermanos, todos hijos de Herodes el Grande (¿se acuerdan?, el mismo que ordenó la matanza de los niños): dos tenían el mismo cargo que él en otras regiones y otro vivía en Roma como un hombre común y corriente, con su familia y demás. Pero Herodes Antipas, en una visita que hizo a Roma, sedujo a la mujer de su hermano (que no sólo era su cuñada, sino también su sobrina) y se casó con ella, robándole la familia a su hermano. Y para ello, despachó a su propia esposa, hija del rey Aretas IV.
Por supuesto, no era ningún angelito. De hecho tuvo un encuentro con Jesús en el que se burló de él y lo envió de nuevo a Pilato porque le era insignificante. Y el pueblo lo tenía por rey, por demás astuto (¿recuerdas que Jesús le llamó "zorra"?) que incluso quiso quitarle a uno de sus hermanos el reino. También era algo excesivo con los gastos, pero sabía manejarlos.
Y en ese entorno estaba Juan el Bautista. Como todo creyente no apoyaba gobernantes (ni aun con la excusa de que los reyes son puestos por Dios). Ciertamente el cristiano debe dar al César lo suyo, y a Dios lo suyo. La obediencia del cristiano es y será siempre hacia Dios primeramente, de tal modo que si el gobierno de turno va claramente contra la Palabra de Dios, podamos decirle como Pedro y los apóstoles: "Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres." (Hech 5:29, LBLA).
Es en este contexto donde vemos a Juan. Le era repugnante la vida del gobernante. ¿Adulterio? ¿Fornicación? ¿Qué pecados sabes que hay en tus gobernantes? ¿Puedes ser cristiano y apoyar a un gobernante? ¿Puedes ser cristiano y apoyar a un pecador que aprueba el aborto, que apoya el matrimonio igualitario o que trata con violencia al prójimo?
Cada gobernante tiene sus debilidades. En latinoamérica es bien sabida la propensión de los líderes hacia la hechicería y lujuria. Otros tienen tanta sed de poder que no les importa que se asesine si eso les asegura su privilegiada posición. Muchos se han creído religiosos, y aunque a escondidas resultan ser masones, otros son católicos, newage o santeros. Hay de todo.
Juan el Bautista habló con la verdad, con la autoridad de Dios que no admite pecados. Es preciso dar un paseo por la Biblia y entender que Dios juzga a los líderes por sus pecados, y casi siempre es por maldades e idolatría. Los libros de Reyes y Crónicas están repletos de esos ejemplos. Dice la Biblia que "Juan criticó públicamente a Herodes Antipas, el gobernador de Galilea, por haberse casado con Herodías, la esposa de su hermano, y por muchas otras injusticias que había cometido." Y criticar abierta y públicamente a un gobernante por sus injusticias y pecados no tiene tinte político, sino espiritual. La Biblia dice "Cuando yo diga al impío: “Ciertamente morirás”, si no le adviertes, si no hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano. (Eze 3:18, LBLA).
Y no es que Juan criticara a Herodes por su adulterio, la NTV en el verso 19 dice que lo hacía también por "otras injusticas que había cometido", o como lo dice la versión DHH "también por todo lo malo que había hecho". ¿Cuál razón? ¿Cuáles injusticias? No las sé, y no voy a especular de ellas. Sólo sé que era pecador y Juan se lo dijo en su cara. Esta es una razón más para que el creyente, que sabe que no hay justo, deje de mirar a los líderes políticos de su nación y ponga la mirada en Jesús, y alce su voz contra la conducta de sus líderes.
¿Recuerda a un tal Martin Luther King? Enfrentó al gobierno de los EEUU defendiendo los derechos civiles, protestó contra la pobreza y la guerra. Es reconocido hoy como uno de los oradores más grandes de los EEUU y uno de los protestantes más famosos del planeta. Supo reconocer el momento histórico en el que vivía y denunciar el pecado de sus líderes. Es bueno que usted y yo reconozcamos el momento en que vive su nación y si tiene algo contra un gobernante dígaselo. Así le hará saber también a los demás que aunque su gobierno acepte algunas cosas, para Dios son pecado. Si su gobernante es homosexual, ladrón, adúltero, fornicario o asesino debe decirle que está puesto bajo el juicio de Dios, y que de no arrepentirse Dios no pondrá por inocente al culpable. Y si lo que más ama es su cargo de gobernante, de ahí le bajará Dios.
Así, Juan el Bautista es un modelo a seguir frente a los pecados de los líderes. Permita Dios que cada cristiano deje de mirar y adular pecadores que le gobiernan, y le señalen sus errores y pecados por los cuales Dios le juzgará.
Gracia y paz.
0 comentarios:
Publicar un comentario